jueves, septiembre 17, 2009

Creador???

Ha pasado una noche en la que la bruma del cuerpo se hace espesa y cuesta trabajo levantar el espiritu después de una larga juerga.
No podía concebir despertar en cama ajena, ni encontrar otro cuerpo a mi lado. Todos mis pensamientos estaban desvanecidos y no había manera de recordarlos en ese frío que corría por todo mi cuerpo apesar de que las cobijas estaban encima de nosotro. No escuchaba ningún ruido, la luz del alba se introducia tenuemente por una pequeña ventana, ¿qué hacía yo en ese espacio desconocido? ¿Qué fue lo que pasó?
El rostro de aquel hombre no era reconosible por mis memorias y entre más me esforzaba por recordar dónde estaba no entendía nada en absoluto. Miré a mi alrededor, aquel hombre sin nombre estaba ahí y el miedo corrió por todo mi ser al acercarme a él, estaba frío, más que yo. Tomé su muñeca derecha para saber si aún tenía pulso, parecía muerto...
Salí lentamente de aquella cama, sin hacer ningún ruido, me puse a buscar todas mis prendas que se encontraban esparcidas por el piso. Tenía que quitarme, da alguna manera, ese frío; me vestí rapidamente para saber si me encontraba en todos mis cabales. En eso, el que se encontraba sobre la cama, se movió a la derecha de la misma en donde yo me encontraba minutos atrás. Eso me devolvió el alma al cuerpo, sabía que no estaba muerto... El temor había sido ocasionado porque ya había pasado algo similar y no quería que volviera a ocurrir. Sufrí mucho en aquella ocasión, lo que fue sencillo de superar era que ese hombre del pasado yacía en su tumba y de vez en cuando le llevo flores y recurdos, aunque el forence y la policia me creían culpable por aquel acto. Fue duro demostrar mi inocencia ya que, nadie sabía que dentro de mi vivé un ser que tiene hambre de hombre, de carne, de sangre y de un alma que viva en mi.
Por ello es que tuve tanto miedo al ver a ese hombre postrado, frío sobre la cama y que paresía haber sido presa de mi, estaba vivo ¿qué tan vivo? No lo sabía, pero respiraba lenta y pausadamente.
Ya con mis prendas sobre mi piel se volvió a mover y al hacerlo despertó extrañado al ver que no había nadie de aquel lado. Se levantó su torzo lo impulsó de la cama, su rostro voltió a su izquierda y no vió nada, yo quedé paralisada del otro lado sin hacer ningún ruido; a lo lejos se escuchó el ladrido de un perro. En eso se sentó en la cama y sus manos se fueron directamente a sus ojos para tayarlos y quitarse el cansancio. No respiré para que no se diera cuenta de lo que pasó, cuando se incorporó totalmente levantó su rostró y me vió aunque su mirada era rara, extraña, paresía que no me había visto. Fue algo extraño nunca había pasado por algo así.
Se levantó vio que la ropa estaba tirada sobre el suelo de forma que habiera sido quitada con estruendo, fuerza, pasión. Se me hacía tan bizarro el que no se diera cuenta de mi presencia. Se diriguio al baño frente a la cama, cerró la puerta. En eso escuché un sonido como de queja, dolor y sufrimiento, ¿qué estaba pasando ahí adentro? Fuí hacia la puerta para escuchar que era lo que sucedía y en eso abrió rapidamente la puerta y se topó conmigo. Su rostró se pusó palido como una hoja blanca e incluso transparente. Ambos nos paralizamos no sabiamos que hacer, fue entonces que dí dos pasos para atrás hasta toparme con el borde de la cama; sus ojos no me los quitaba de encima, no sabía que era lo que tanto veía, cuando me tomó de brazo derecho y me encamino hacia el espejo que tenía sobre la pared de frente a la ventana. La imagen reflejada no era la que yo recordaba, en verdad no era yo la que estaba dentro del espejo dentro de aquella verónica que parecia deformada. Lo único que pude hacer era que aquel hombre soltára mi brazo y salir corriendo de aquella habitación y al ver el otro cuarto fue como si un rayo callerá sobre mi. Todo volvía a mi mente, los recuerdos estaban presentes, vi entonces sobre un sofa mis cosas, bolsa y abrigo, las tomé escuché los pasos de aquel hombre que llevaba como nombre Claudio. Me dí la vuelta para verlo a los ojos y las palabras pudieron salir de mi boca. Él se encontraba totalmente desnudo, un cuerpo del que no existía nada que levantara mi interes visual, ni tampoco aquel ser que vive dentro de mi, le fue totalmente indiferente. Entonces comprendí que mientras los hombres estuvieran totalmente fuera de los parametros de belleza y de sasiar el hambre, no morirían a causa de una pasión desenfrenada. Así que las palabras que le dije en ese momento fueron, "gracias por la lección" a lo que Claudio se quedó extrañado por el sonido que entró por sus oidos. Así que salí de aquel lugar con dirección al automovíl que se había quedado en la calle de Tajín.

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