viernes, octubre 07, 2011

Mi cama...

Han pasado más de ocho días y no dejo de recordar en cada intenso momento que disfrute contigo esa noche. Te mostré lo que era estar conmigo en mi lecho con lo que implicaba estar dispuesta a que usaras lo que era, ¿por qué? Después de esa estancia no he vuelto a ser la de antes, me cambio la visión de quien soy, hacia donde voy, que sigue después.
El sentirte mil veces dentro de la prisión en la que he puesto, cada segundo de esa noche, me vuelve impredecible al manejar, solo veo los gestos de placer, siento tus labios recorrer mi piel; ¿no es esto un peligro en medio de la carretera que me va alejando de ti?
No puedo evitar entrar en ese trance de inconsciencia que por momentos me evoca el solo hecho de ver que aun andas, que sigues con vida después de todo. Yo podría dar más de lo que creo porque tú sacas una parte mía que muchas veces desconosco y para reencontrarme necesito la llave y esa la tiene tú.
Yo te la di sin ningún temor, porque algo que reconoco en tu persona es que la confianza está sobre cualquier cosa y incluso sobre nuestras propias historias. Por no perder lo que se ha creado entre nosotros es que me he vuelto una furtiva mujer que está en espera de un señal. Lo que me da miedo, por decirlo así, es que nunca recuerdes mi nombre y solo quede en un sueño, queriendo algo más de lo que tú provocas en mi ser.
Esa llave la llevas colgando del cuello, y no te das cuenta que estoy esperando detrás de la puerta para que entres en los abismos más profundo de quienes nos mostramos ante nuestros ojos. Me cuestiono si ¿en el fondo de todo esa apariencia de hombre conocedor, existe alguien que en verdad se tienta el alma por otro ser?
Creo que dentro de todo, sabiendo que no tengo ningún motivo para pedir nada a cambio, tendré que hacer una excepción. Tú has sido más allá que un complice, un amigo, confidente, medico, y otros muchos que me han demostrado la lealtad. Desde luego que yo te permití entrar, y no hay arrepentimiento de nada, sólo el que otra noche no estemos disfrutandonos plenamente nuestros cuerpos.