sábado, octubre 24, 2015

¿El Amor?

 Es incoherente la forma en que la felicidad se promete, a mano sudada, costales de carne, que se tambaleante al ritmo de la decadencia, que enfermizo, prefiero observar al vagabundo en aquella banca acostado, cubierto por una cobija sucia, el mundo no existe, está en su mente, incluso él mismo para sí no existe. Aunque lo mismo sucede con los entes inconscientes tomados de las manos, sólo que para ellos la existencia, la prioritaria, es la ajena, es la que tocan sus dedos.
A fin de cuentas es irrisorio que un sentimiento sea así de egoísta, buscando placer propio, satisfacer tu autoestima. ¿Acaso es un sentir puro como lo afirman los tórtolos caminando en ese infierno llamado vida?, no lo creo. En los confines todo es muerte, sobre el fin, sobre la rendición, sobre la trascendencia.
Pasamos haciendo un baile alrededor de la muerte, la idolatramos, le hacemos ofrendas y el mayor sacrificio es nuestra vida tirada muchas veces no a vivir si no al pasar imperceptible de los días y aunque esto es sabido por muchos seguimos dando tributos a la muerte.
Cosas tan ciclópeas como el yo mismo es algo que abandonamos a los brazos de ella, a su voluntad, consiguiendo, pretendiendo vivir con apenas escasos momentos felices, pensando que esos valen más que el racimo de momentos asquerosos de nuestra vida que nos golpea el rostro.
¡Pero qué importa!si algunos valientes ignorantes se ofenderán con palabras tan planas como éstas, ¡pero que importa! Si la vida apenas cambia algunas mentes pueriles para algo afín, ¡qué importa! Si el hacer o no hacer en estos días es lo mismo porque lo mismo da lamentarse que intentar hacer algo.
Lo mismo da si uno en algún momento pasará por aquél parque, cual sea, tomando de la mano alguien que sabes en el fondo de tu ser te traicionará, a eso yo le llamo masoquismo, placer ante el dolor, solo que este dolor se acumula con el devenir de la vida, espera el fallo del objeto de deseo que nos toma la mano, del objeto de nuestro reflejo inconsciente que queremos hacer a nuestra semejanza para que al final como dijera Nietzsche “Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti". 

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