miércoles, julio 07, 2010

La última vez...

Entre mis Lazaros, uno se levantó. Tomó el teléfono y me llamó para saber si estaba aquí, a lo que contesté que aún sigo en el mismo lugar pero que muy pronto mis alas se desplegarían para volar lejos. Desde este hecho tomó la decisión de no vernos ya que de él se puede uno esperar muchas cosas porque trata de ser congruente ya había pasado mucho tiempo sin saber de él. Así que fui al punto de reunión y hablamos de lo nuestro referente a lo que cada uno hizo en ese tiempo distanciamiento medicinal. Terminamos y nos fuimos, yo había quedado de ir a dejarlo a su departamento y al llegar tratando de llegar a su lugar sin tanto estrés por el transito que no fluía en el camino, halagó mi abrigo y fue raro escuchar eso desde sus labios; también me demostró, a su manera, sus afectos con palmadas en el hombro derecho. Llegamos me permitió dejar el automóvil en el garaje; subimos al siguiente planta y me hizo pasar directamente a la sala de estar, ahí nos quedamos sentados hablando de nuestros días pasados y de repente se acomodó de tal manera que su cabeza la depositó en mi regazo. Así fue como comenzó nuestro acercamiento corpóreo de entre abrazos y moviéndonos con la intensión de que nuestros labios se depositaran en nuestras respectivas cavidades; fue como dimos inicio a ese combate entre el deseo y la atención. Al terminar sin haber coito, algo que le agradezco, fue el besarme por el cuello, mientras que yo jugaba a erotizarlo con mi mamo sobre su miembro y fue cuando me dejo la marca de “pollo” en mi hombro. Ante el clima del verano, tengo la posibilidad de usar mascadas para que nadie note ese recuerdito, aunque a la fecha recuerdo la sensación que provoco, el sentir su piel con barba sobre mi cuello y evocar su aroma en mi memoria, para un próximo reencuentro.

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